Por @_LaAlameda
Los aficionados al estira y afloja no podrán quejarse, si para ellos la vida es una tómbola para la PGR lo es aún más, y esparce a los cuatros vientos la nueva cifra de desaparecidos en México: 22 mil 322. Ni uno más ni uno menos.
Ya no sabemos si reír o llorar. Y en el Principio fueron 27 mil, luego realizaron un ajuste y bajó, volvieron a rasurar el padrón y descendió aún más. Si el Mundial fue fascinante esto no se queda atrás, y no es cada cuatro años. No contentos con esos dislates nos entregan en bandeja mediática lo más reciente.
Ahora no fue Osorio Chong el que se aventó al ruedo (algo verdaderamente injusto porque lo que sea de cada quién atrae más cámaras y los caricaturistas tienen buen material para su cartón del otro día), seguramente sus asesores le advirtieron que ni una más, porque ya era demasiada exposición numérica y que mejor sería esperar a que surgiera un caso mediático que deje dividendos para todos, como el de Mamá Rosa (sin agraviar a los beneficiados).
La encargada de ofrecernos la orgásmica noticia fue la subprocuradora Jurídica de Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República (PGR), Marianita Benitez Tiburcio, quien estuvo flanqueada por procuradores de justicia del Distrito Federal, Coahuila, Sonora, Guanajuato y Yucatán, la subprocuradora de Derechos Humanos de la Segob, Lía Limón y otros funcionarios menores que jamás desdeñarían aparecer en una foto.
Uno tenía la sospecha que las autoridades dejarían de lanzar cifras como si fueran maicitos, pero las estadísticas deben alimentarse. Podemos preguntarnos qué persiguen, analizar sus intereses, su falta de memoria, su habilidad para contradecirse, pero mejor optemos por exigir indagaciones y no más números.
Sin embargo, hay un conflicto esencial. Las fuentes. De dónde surgen los datos, las cifras por todos tan temidas. Ya hemos mencionado que las procuradurías y fiscalías estatales carecen del oficio que a los bibliotecólogos les sobra, pero aun así son citados como referencia puntual para elaborar tales conjeturas.
Tiburcio comentó con singular orgullo que el registro se conformó con la información que proporcionan las procuradurías y fiscalías de los estados sobre las denuncias presentadas.
¿Acaso Tiburcio no se ha fijado que, sólo por mencionar, en los portales de las procuradurías hay fichas de personas que ya aparecieron, algunos ya dejaron de existir y unos ni siquiera figuran ahí . No le han dicho que ni están todos los que son ni son todos los que están? Entonces, cuál confiabilidad (detectamos una ficha en la que aparece una joven presuntamente extraviada en el DF, pusimos su nombre en Google para verificar sus datos, parece que tiene una cuenta en Facebook, la contactamos, nos responde que sí es la de la ficha y que apareció hace mucho tiempo. ¿Me pueden quitar, por favor?, nos pide quien desapareció siendo una jovencita y que ahora ya hasta hijos tiene).
Hay cientos de personas no localizadas cuyos familiares no han presentado la denuncia ante la procuraduría o fiscalía correspondiente.
Ante tal situación algún malintencionado podría preguntarse qué veracidad tienen tales datos. Además, por boca de los familiares de los desaparecidos nos hemos enterado cómo crujen los engranajes del aparato de justicia: las dilaciones, los espérese tantito que estamos en la hora de comer: usted quiere denunciar y nosotros tenemos apetito feroz, no chille porque ya estamos hartos de sentimentalismos, tenemos que esperar 72 horas para ver si no se fue con el novio, ya ve cómo son las muchachas en Primavera, se me desconfiguró la computadora y hasta mañana viene el informático para ver si rescata mi base de datos o no hay para fotocopias porque los recursos son canalizados para fortalecer la imagen del Jefe.
Y bueno, tales situaciones amilanan a muchos que mejor deciden no volver a poner un pie en esos sacrosantos nichos de la omisión.
El razonamiento de Tiburcio es aparentemente inquebrantable y con voz pausada y la mirada fija en su próximo cargo sostuvo que conforme a los registros ingresados a partir del 1 de diciembre de 2012, con corte al 31 de julio de este año, las procuradurías y fiscalías reportaron la ausencia de 23 mil 234 personas, de las cuales 12 mil 821 fueron encontradas con vida y nueve mil 790 quedan pendientes por localizar.
Con aplomo de anunciadora del clima expresó que la presente administración recibió una lista, con corte al 30 de noviembre de 2012, de 26 mil 121 personas no localizadas, conformada con información recabada a partir de 2011, fecha en que se construyó un acuerdo en el marco de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia (cómo olvidarlo, fue algo hermoso, la vista desde el hostal era maravillosa).
Como parte del ritual no podía faltar el clásico “por instrucciones del presidente Enrique Peña Nieto”, y aseveró que esa lista se depuró y actualizó, lo que dio como resultado un incremento a 29 mil 707 personas, de las cuales 17 mil 175 fueron localizadas, y de ellas 16 mil 274 fueron encontradas con vida.
Para darle al discurso la debida acción detectivesca espetó que se realizaron acciones de localización, y queda pendiente por encontrar a 12 mil 532 personas, que se suman a las que no se han podido ubicar de la lista iniciada a partir de este sexenio.
Y como depurar es volver a vivir, pues refrendó la vocación del gobierno de la República, quien mantiene una actualización y purificación permanente y activa de estos listados (así debe ser, mantener todo en orden, al día y sin errores).
Luego, en un arranque pedagógico que haría palidecer a un maestro de la CNTE expuso que las causas de desaparición están divididas en ausencia voluntaria, problemas domésticos, privación ilegal de la libertad, migración, internamiento en centros de reclusión, fallecimiento o víctimas de otros delitos.
Para que no se nos olvide, repitió con paciencia de líder petrolero, para conformar las bases de datos se considera información de las denuncias, averiguaciones previas y actas circunstanciadas con las que cuentan las procuradurías y fiscalías locales.
Y en un revire no apto para cardiacos extrajo el as que llevaba bajo la manga, lo arrojó a la mesa de los suspicaces y citó que entre las acciones de localización están la identificación de homonimias o duplicidades, el cruce de cifras entre dependencias; fortalecer las acciones y proceso para facilitar la búsqueda, que incluye la búsqueda en reclusorios, hospitales, instituciones de servicio médico forense, asilos y solicitudes de actividad a empresas telefónicas (la madre de una desaparecida en Morelos no puede conseguir aún, después de cuatro meses, la orden del Juez para que Telcel le entregue la “sábana” de las llamadas del “celular” de su hija) y financieras. Qué tal, ni en la Unión Europea realizan esas inverosímiles acciones, bueno, ni en Bollywood.
Tiburcio continuó su experto tejer entre líneas y recordó a los mexicanos que se trabaja a marchas no forzadas en la construcción del Plan Nacional de Búsqueda, que funcionará (si es que llega a funcionar) de manera sistematizada y permanente, con apoyo del software “Ante Mortem-Post Mortem” (consumatum est), que ya utilizan los gobiernos de los estados de México, Puebla, Tlaxcala y el Distrito Federal (aunque ni lo saben, creo).
Asimismo, y para dejar en mal a Mhoni Vidente, adelantó que se creará la Red Nacional de Procuración de Justicia para la Búsqueda de Personas, conformada a la fecha por 160 funcionarios (todos con honda vocación de ser vicio); la creación de una Unidad Especializada en la PGR (que a la fecha no ha dado una), y el fortalecimiento de los servicios médicos forenses (que de tan escuálidos ya no dan para más).
Y como era de esperarse, la ampulosidad excitable cobró forma y Tiburcio, presa de la exacerbación justiciera, compartió las pompas de jabón infaltables en todo discurso que se precie de ser mezcla de demagogia y promesas incumplidas, pues manifestó que también incluye el fortalecimiento de mecanismos de búsqueda, mejorar los esquemas de investigación y la capacitación de agentes del Ministerio Público, peritos y agentes de investigación (puf).
Y ya para ponerle la cereza a ese pastel de arándanos invadió terrenos ajenos (más adelante veremos por qué) y expresó que se celebran audiencias y reuniones con familiares de las personas no localizadas, a fin de informar de manera continua y periódica los avances en las investigaciones iniciadas en la PGR y en otras instancias de procuración de justicia (está bien que tengamos memoria de teflón, pero ahí tenemos los casos de las madres veracruzanas revictimizadas por el gobierno duartiano, o las madres potosinas, queretanas, regias, juarenses y muchas más a quienes sus gobernantes les prometen audiencias y luego las tratan con el misil de su desprecio).
El aplauso de la concurrencia no se hizo esperar. Las palmas de las manos chocaron una y otra vez. Las nuevas cifras de desaparecidos se han cubierto de gloria, como las balas de goma poblanas.
NO ME EXCLUYAN, DIJO JULIO
Y bueno, ni siquiera les había caído el veinte a los asistentes a la develación de la Nueva Cifra cuando saltó al escenario un personaje singular y protagónico: el comisionado Julio Hernández Barros.
El susodicho expresó que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) quiere convertirse en referente de información confiable sobre tema de personas desaparecidas.
A ver, momento. ¿Acaso la señora Tiburcio no es un referente confiable, no es de fiar, Julio, detente, qué tratas de decir, pones en entredicho lo que una subprocuradora compartió con el público amable y conocedor?
¿La habrás negado tres veces?
En la segunda emisión de Antena Radio Exprés, conducido por la periodista Patricia Betaza, el multifacético comisionado expresó que la CEAV da atención a las víctimas de “desaparición y de desaparición forzada” (nada más, a las otras quién sabe, tal vez sea por eso que muchas madres de desaparecidos no tienen la fortuna de que las reciba porque las elude con frecuencia crónica), término que señala la intervención de un agente del Estado (ah, bueno, intervenir o no intervenir, he ahí el dilema).
“Nosotros creemos que más que búsqueda de desaparecidos, debemos hacer encuentros de desaparecidos (queremos pensar que se refiere a alguna forma de localización, no vayan a pensar que usa “encuentros” como sinónimo de foros, aunque por qué no, si son muy redituables) y preferentemente con vida (pues sí, lo opuesto le quitaría sentido a la búsqueda o “encuentro”).
“Todas las políticas públicas que estamos generando desde la Comisión parten desde una perspectiva de presunción de vida”, precisa el comisionado (nunca nos habíamos percatado, creo que nadie había mostrado tal agudeza, malditos aquellos que zarpan desde una plataforma de presunción de muerte).
“Es prematuro dar datos sobre estas desapariciones, pues actualmente se está integrando el Registro Nacional de Víctimas; el único órgano del Estado autorizado por la Ley para dar cifras en materia de víctimas es el Registro Nacional de Víctimas (RNV), que depende de la CEAV, el cual está recabando información desde las autoridades federales y de los estados”, asegura Hernández Barros.
Caray, qué cosas. Qué bueno que alguien salió a decirnos que Tiburcio cometió una ilegalidad, mira que atreverse a dar cifras, si ahora sabemos que hay un detentador de tal instrumento de Fe. Nadie por encima de la Ley ni del RNV, y si alguien lo hiciere que la Popularidad se lo reclame.
Uno se pregunta, qué les costaba invitar al comisionado si el RNV está recabando esa información en los mismos lugares que mencionó anteriormente Tiburcio. No se vale. Tanto trabajo, esfuerzo y dedicación dejado en los foros, tantas políticas públicas, tantos goznes, para que alguien llegue de buenas a primeras y le robe el show.
Seguramente esas cifras prematuras no tendrán validez porque están fuera del orden, números desacatados que nada valen. Ya le tocará el turno a Hernández Barros para proporcionar al universo La Cifra, El Número, La Cantidad Precisa. La historia lo absolverá.
Por qué no llevaron a Julio en lugar de cometer infracciones de lesa humanidad. Tiburcio no sabe en la que se mete porque Hernández Barros y Rochín ya demostraron que son capaces de todo con tal de lograr sus objetivos.
Al tiempo. Aquí lo importante es destacar que los únicos chicharrones que truenan por crujientes y esponjosos son los del RNV (aunque no tengan registros, pero como pendón de escaramuza charra aún sirve), así que apartaos porque ese set sólo pertenece a los directamente involucrados en sacarle jugo mediático al único órgano autorizado por el Estado.
Finalmente, solicitamos al comisionado Hernández Barros que atienda a las víctimas que acuden a buscarlo a las instalaciones de la CEAV, ¿acaso no las ve merodear por esos hermosos jardines que tanto sangran al presupuesto de la dependencia?
Las víctimas también buscan a los suyos con profunda presunción de vida, casi como la CEAV.
Los aficionados al estira y afloja no podrán quejarse, si para ellos la vida es una tómbola para la PGR lo es aún más, y esparce a los cuatros vientos la nueva cifra de desaparecidos en México: 22 mil 322. Ni uno más ni uno menos.
Ya no sabemos si reír o llorar. Y en el Principio fueron 27 mil, luego realizaron un ajuste y bajó, volvieron a rasurar el padrón y descendió aún más. Si el Mundial fue fascinante esto no se queda atrás, y no es cada cuatro años. No contentos con esos dislates nos entregan en bandeja mediática lo más reciente.
Ahora no fue Osorio Chong el que se aventó al ruedo (algo verdaderamente injusto porque lo que sea de cada quién atrae más cámaras y los caricaturistas tienen buen material para su cartón del otro día), seguramente sus asesores le advirtieron que ni una más, porque ya era demasiada exposición numérica y que mejor sería esperar a que surgiera un caso mediático que deje dividendos para todos, como el de Mamá Rosa (sin agraviar a los beneficiados).
La encargada de ofrecernos la orgásmica noticia fue la subprocuradora Jurídica de Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República (PGR), Marianita Benitez Tiburcio, quien estuvo flanqueada por procuradores de justicia del Distrito Federal, Coahuila, Sonora, Guanajuato y Yucatán, la subprocuradora de Derechos Humanos de la Segob, Lía Limón y otros funcionarios menores que jamás desdeñarían aparecer en una foto.
Uno tenía la sospecha que las autoridades dejarían de lanzar cifras como si fueran maicitos, pero las estadísticas deben alimentarse. Podemos preguntarnos qué persiguen, analizar sus intereses, su falta de memoria, su habilidad para contradecirse, pero mejor optemos por exigir indagaciones y no más números.
Sin embargo, hay un conflicto esencial. Las fuentes. De dónde surgen los datos, las cifras por todos tan temidas. Ya hemos mencionado que las procuradurías y fiscalías estatales carecen del oficio que a los bibliotecólogos les sobra, pero aun así son citados como referencia puntual para elaborar tales conjeturas.
Tiburcio comentó con singular orgullo que el registro se conformó con la información que proporcionan las procuradurías y fiscalías de los estados sobre las denuncias presentadas.
¿Acaso Tiburcio no se ha fijado que, sólo por mencionar, en los portales de las procuradurías hay fichas de personas que ya aparecieron, algunos ya dejaron de existir y unos ni siquiera figuran ahí . No le han dicho que ni están todos los que son ni son todos los que están? Entonces, cuál confiabilidad (detectamos una ficha en la que aparece una joven presuntamente extraviada en el DF, pusimos su nombre en Google para verificar sus datos, parece que tiene una cuenta en Facebook, la contactamos, nos responde que sí es la de la ficha y que apareció hace mucho tiempo. ¿Me pueden quitar, por favor?, nos pide quien desapareció siendo una jovencita y que ahora ya hasta hijos tiene).
Hay cientos de personas no localizadas cuyos familiares no han presentado la denuncia ante la procuraduría o fiscalía correspondiente.
Ante tal situación algún malintencionado podría preguntarse qué veracidad tienen tales datos. Además, por boca de los familiares de los desaparecidos nos hemos enterado cómo crujen los engranajes del aparato de justicia: las dilaciones, los espérese tantito que estamos en la hora de comer: usted quiere denunciar y nosotros tenemos apetito feroz, no chille porque ya estamos hartos de sentimentalismos, tenemos que esperar 72 horas para ver si no se fue con el novio, ya ve cómo son las muchachas en Primavera, se me desconfiguró la computadora y hasta mañana viene el informático para ver si rescata mi base de datos o no hay para fotocopias porque los recursos son canalizados para fortalecer la imagen del Jefe.
Y bueno, tales situaciones amilanan a muchos que mejor deciden no volver a poner un pie en esos sacrosantos nichos de la omisión.
El razonamiento de Tiburcio es aparentemente inquebrantable y con voz pausada y la mirada fija en su próximo cargo sostuvo que conforme a los registros ingresados a partir del 1 de diciembre de 2012, con corte al 31 de julio de este año, las procuradurías y fiscalías reportaron la ausencia de 23 mil 234 personas, de las cuales 12 mil 821 fueron encontradas con vida y nueve mil 790 quedan pendientes por localizar.
Con aplomo de anunciadora del clima expresó que la presente administración recibió una lista, con corte al 30 de noviembre de 2012, de 26 mil 121 personas no localizadas, conformada con información recabada a partir de 2011, fecha en que se construyó un acuerdo en el marco de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia (cómo olvidarlo, fue algo hermoso, la vista desde el hostal era maravillosa).
Como parte del ritual no podía faltar el clásico “por instrucciones del presidente Enrique Peña Nieto”, y aseveró que esa lista se depuró y actualizó, lo que dio como resultado un incremento a 29 mil 707 personas, de las cuales 17 mil 175 fueron localizadas, y de ellas 16 mil 274 fueron encontradas con vida.
Para darle al discurso la debida acción detectivesca espetó que se realizaron acciones de localización, y queda pendiente por encontrar a 12 mil 532 personas, que se suman a las que no se han podido ubicar de la lista iniciada a partir de este sexenio.
Y como depurar es volver a vivir, pues refrendó la vocación del gobierno de la República, quien mantiene una actualización y purificación permanente y activa de estos listados (así debe ser, mantener todo en orden, al día y sin errores).
Luego, en un arranque pedagógico que haría palidecer a un maestro de la CNTE expuso que las causas de desaparición están divididas en ausencia voluntaria, problemas domésticos, privación ilegal de la libertad, migración, internamiento en centros de reclusión, fallecimiento o víctimas de otros delitos.
Para que no se nos olvide, repitió con paciencia de líder petrolero, para conformar las bases de datos se considera información de las denuncias, averiguaciones previas y actas circunstanciadas con las que cuentan las procuradurías y fiscalías locales.
Y en un revire no apto para cardiacos extrajo el as que llevaba bajo la manga, lo arrojó a la mesa de los suspicaces y citó que entre las acciones de localización están la identificación de homonimias o duplicidades, el cruce de cifras entre dependencias; fortalecer las acciones y proceso para facilitar la búsqueda, que incluye la búsqueda en reclusorios, hospitales, instituciones de servicio médico forense, asilos y solicitudes de actividad a empresas telefónicas (la madre de una desaparecida en Morelos no puede conseguir aún, después de cuatro meses, la orden del Juez para que Telcel le entregue la “sábana” de las llamadas del “celular” de su hija) y financieras. Qué tal, ni en la Unión Europea realizan esas inverosímiles acciones, bueno, ni en Bollywood.
Tiburcio continuó su experto tejer entre líneas y recordó a los mexicanos que se trabaja a marchas no forzadas en la construcción del Plan Nacional de Búsqueda, que funcionará (si es que llega a funcionar) de manera sistematizada y permanente, con apoyo del software “Ante Mortem-Post Mortem” (consumatum est), que ya utilizan los gobiernos de los estados de México, Puebla, Tlaxcala y el Distrito Federal (aunque ni lo saben, creo).
Asimismo, y para dejar en mal a Mhoni Vidente, adelantó que se creará la Red Nacional de Procuración de Justicia para la Búsqueda de Personas, conformada a la fecha por 160 funcionarios (todos con honda vocación de ser vicio); la creación de una Unidad Especializada en la PGR (que a la fecha no ha dado una), y el fortalecimiento de los servicios médicos forenses (que de tan escuálidos ya no dan para más).
Y como era de esperarse, la ampulosidad excitable cobró forma y Tiburcio, presa de la exacerbación justiciera, compartió las pompas de jabón infaltables en todo discurso que se precie de ser mezcla de demagogia y promesas incumplidas, pues manifestó que también incluye el fortalecimiento de mecanismos de búsqueda, mejorar los esquemas de investigación y la capacitación de agentes del Ministerio Público, peritos y agentes de investigación (puf).
Y ya para ponerle la cereza a ese pastel de arándanos invadió terrenos ajenos (más adelante veremos por qué) y expresó que se celebran audiencias y reuniones con familiares de las personas no localizadas, a fin de informar de manera continua y periódica los avances en las investigaciones iniciadas en la PGR y en otras instancias de procuración de justicia (está bien que tengamos memoria de teflón, pero ahí tenemos los casos de las madres veracruzanas revictimizadas por el gobierno duartiano, o las madres potosinas, queretanas, regias, juarenses y muchas más a quienes sus gobernantes les prometen audiencias y luego las tratan con el misil de su desprecio).
El aplauso de la concurrencia no se hizo esperar. Las palmas de las manos chocaron una y otra vez. Las nuevas cifras de desaparecidos se han cubierto de gloria, como las balas de goma poblanas.
NO ME EXCLUYAN, DIJO JULIO
Y bueno, ni siquiera les había caído el veinte a los asistentes a la develación de la Nueva Cifra cuando saltó al escenario un personaje singular y protagónico: el comisionado Julio Hernández Barros.
El susodicho expresó que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) quiere convertirse en referente de información confiable sobre tema de personas desaparecidas.
A ver, momento. ¿Acaso la señora Tiburcio no es un referente confiable, no es de fiar, Julio, detente, qué tratas de decir, pones en entredicho lo que una subprocuradora compartió con el público amable y conocedor?
¿La habrás negado tres veces?
En la segunda emisión de Antena Radio Exprés, conducido por la periodista Patricia Betaza, el multifacético comisionado expresó que la CEAV da atención a las víctimas de “desaparición y de desaparición forzada” (nada más, a las otras quién sabe, tal vez sea por eso que muchas madres de desaparecidos no tienen la fortuna de que las reciba porque las elude con frecuencia crónica), término que señala la intervención de un agente del Estado (ah, bueno, intervenir o no intervenir, he ahí el dilema).
“Nosotros creemos que más que búsqueda de desaparecidos, debemos hacer encuentros de desaparecidos (queremos pensar que se refiere a alguna forma de localización, no vayan a pensar que usa “encuentros” como sinónimo de foros, aunque por qué no, si son muy redituables) y preferentemente con vida (pues sí, lo opuesto le quitaría sentido a la búsqueda o “encuentro”).
“Todas las políticas públicas que estamos generando desde la Comisión parten desde una perspectiva de presunción de vida”, precisa el comisionado (nunca nos habíamos percatado, creo que nadie había mostrado tal agudeza, malditos aquellos que zarpan desde una plataforma de presunción de muerte).
“Es prematuro dar datos sobre estas desapariciones, pues actualmente se está integrando el Registro Nacional de Víctimas; el único órgano del Estado autorizado por la Ley para dar cifras en materia de víctimas es el Registro Nacional de Víctimas (RNV), que depende de la CEAV, el cual está recabando información desde las autoridades federales y de los estados”, asegura Hernández Barros.
Caray, qué cosas. Qué bueno que alguien salió a decirnos que Tiburcio cometió una ilegalidad, mira que atreverse a dar cifras, si ahora sabemos que hay un detentador de tal instrumento de Fe. Nadie por encima de la Ley ni del RNV, y si alguien lo hiciere que la Popularidad se lo reclame.
Uno se pregunta, qué les costaba invitar al comisionado si el RNV está recabando esa información en los mismos lugares que mencionó anteriormente Tiburcio. No se vale. Tanto trabajo, esfuerzo y dedicación dejado en los foros, tantas políticas públicas, tantos goznes, para que alguien llegue de buenas a primeras y le robe el show.
Seguramente esas cifras prematuras no tendrán validez porque están fuera del orden, números desacatados que nada valen. Ya le tocará el turno a Hernández Barros para proporcionar al universo La Cifra, El Número, La Cantidad Precisa. La historia lo absolverá.
Por qué no llevaron a Julio en lugar de cometer infracciones de lesa humanidad. Tiburcio no sabe en la que se mete porque Hernández Barros y Rochín ya demostraron que son capaces de todo con tal de lograr sus objetivos.
Al tiempo. Aquí lo importante es destacar que los únicos chicharrones que truenan por crujientes y esponjosos son los del RNV (aunque no tengan registros, pero como pendón de escaramuza charra aún sirve), así que apartaos porque ese set sólo pertenece a los directamente involucrados en sacarle jugo mediático al único órgano autorizado por el Estado.
Finalmente, solicitamos al comisionado Hernández Barros que atienda a las víctimas que acuden a buscarlo a las instalaciones de la CEAV, ¿acaso no las ve merodear por esos hermosos jardines que tanto sangran al presupuesto de la dependencia?
Las víctimas también buscan a los suyos con profunda presunción de vida, casi como la CEAV.