Por @_LaAlameda
Y en el principio fue Províctima… y devino en la CEAV.
Herederos de la bonita costumbre de la simulación en los tiempos del dengue, a los comisionados espurios de la CEAV no les aflige distanciarse de las víctimas porque para eso se inventó la revictimización. No hay sensibilidad, al menos no por ahora en ese minusválido ente creado para velar por las víctimas.
A las cabezas visibles de ese grupo nefando no les importa si hay ancianas o lesionados entre aquellos que cierran los ojos pero que no duermen sobre los cartones que dispusieron en el piso de la sala de espera de la institución, a la espera de que les entreguen sus viáticos.
El grupo de madres de desaparecidos llegó de Veracruz a la ciudad de México para entrevistarse con funcionarios de la PGR, enseguida acudieron a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) para que les entregaran los viáticos y sufragar los gastos de estancia y desplazamiento de su tierra de origen al DF y viceversa, pero nada, para los burócratas eran poco menos que invisibles.
Estas personas pernoctaron en la sala de espera de la dependencia que, a poco más de un semestre de su creación, se ha destacado por las guerras intestinas que se libran ahí. No estaban hacinados, pero el cuadro era estremecedor porque aparte de cargar con su dolor a cuestas tuvieron que soportar la indiferencia de los activistas de cuello blanco, y la frialdad y dureza del piso.
…Y cuando despertaron los comisionados todavía no estaban ahí.
Las horas transcurrían como discurso de activista empoderado que añora armonizar legislativamente con miembros de la Copecol, hasta que afuera de la CEAV algunos de las personas que durmieron sobre el piso de la CEAV vieron a un flamante comisionado, lo abordaron y consiguieron que los recibiera. Pasaron una hora y media encerrados con el sujeto presuntamente capacitado para tratarlos con humanidad y calidez, pero nada. No hay viáticos, les dijo con enfoque diferencial y especializado.
Y uno se pregunta: si los encargados de velar por las víctimas se comportan de forma tan vil e indiferente, ¿cómo serán en sus casas?, porque en la CEAV ya vimos que son especialistas en el arte de la defenestración e intriga a despoblado, claro, con enfoque puntualmente transformador.
Las madres de desaparecidos empezaron a ver cómo le hacían para retornar a sus hogares. Una salió a la puerta de la CEAV a “botear” con una caja de cartón y un letrerito. Otros empezaron a hacer la “coperacha”.
Y mientras tanto, los comisionados, egresados del gatopardismo más oxidado, seguramente sonreían mientras pensaban que para que todo cambie todo debe seguir igual, o peor, pero eso sí, con progresividad y no regresividad.
ALGUNOS TESTIMONIOS
“Al ver que no hay respuesta no queda de otra que comenzar a pedir para poder regresar con nuestra familia, que ya sufre con la ausencia de un ser querido y ahora casi a mendigar”, comentó una de ellas.
“Eso y Províctima es lo mismo, sólo quitaron a los que se acabaron el presupuesto de Províctima y pusieron a los que les toca gastarse el de la Comisión, pero qué tal nos dan atole con el dedo cuando estamos frente a los funcionarios de alto nivel”, indicó otro.
“Yo vivo en Tamuín, 10 horas para llegar al DF, hablé antier con Noé Mandujano y me dijo: ‘Mire señora, ni que yo trajera una cajita con dinero para dárselos’ (finísima persona que responde con ese tono de proxeneta); cansada de explicarles que a nosotros no nos llamaran a reuniones con un mes de anticipación, y a nosotros nos interesa nuestro caso, búsqueda de nuestros familiares desaparecidos!'”, señaló la madre de una joven desaparecida en Tamaulipas.
“En la Comisión Ejecutiva desde las 6 pm, son las 11:47 pm y todavía no nos resuelven, pasaremos la noche aquí hasta que nos resuelvan y alguien dé la cara”, comentó otra persona. Casi 24 horas después fueron recibidos, para nada, si les dieron la cara fue porque ellos estuvieron ahí.
“Doña Mari Herrera, enferma, a su edad, mal durmiendo pero apoyando a los familiares de desaparecidos, esperando que los comisionados de la CEAV los reciban y resuelvan lo de los viáticos para poder regresar a sus lugares de origen, defendiendo el trabajo de una ley mal empleada por los comisionados”, apuntó alguien más con una certeza inobjetable.
UN COMISIONADO EN CADA HIJO TE DIO
La lucha contra el crimen organizado no sólo dejó una cauda de dolor, sangre y desapariciones, también legó una brecha abierta para aquellos que no sólo buscan no ayudar a los demás, sino que los desconocen y sólo ven por el bien común de su cuadrilla.
En la definición no oficial y más apegada a lo real, un comisionado espurio es aquel que finge malestar por el dolor ajeno, incertidumbre pre-post-sexenal y apetito insaciable por lo teatral, reflectores y lisonjas.
La víctima siempre es presa de su circunstancia; el comisionado, de la inmortalidad, murmura el perpetrador de albazos que no se anda por las ramas cuando de escalar peldaños se trata, añade a su catálogo de ofertas el desgaste de quienes dice representar y/o en su defecto apoyar: las víctimas son la presa idónea para aquellos que medran con el padecimiento de los otros.
Qué sería de los pueblos que gimen si no fuera por los comisionados que siempre surgirán de la espuma de lo mismo como Venus con barba de candado.
Fieles a lo que son y aspiran, con singular alegría continúan con la rebatinga por el poder desportillado en la CEAV, aunque para ello tengan que practicar el agotador deporte del pinochetazo por todos tan temido, o el ninguneo sistemático de las víctimas.
El poder seduce, ni quién lo niegue, para eso muchos de los ahora torcedores de leyes cuentan con casi diez años como activistas profesionales, blasón que los avalan de aquí al fin de las décadas encapsuladas, y si no que pregunten a las marchas durante las cuales gastaron suelas y esperanzas por un cambio personal, jamás generacional (mucho menos nacional), y si no que la Patria se los declame.
Lo peor de ser comisionado y no tener el poder es contemplar con horror el alejamiento de los dineros ajenos que son para otros pero que no estaría nada mal que se quedara en sus propias carteras. Ése jugoso 0.014% de los egresos de la Federación que aprobará anualmente la Cámara de Diputados es un imán capaz de conmover al solidario más pintado, o casi.
O como le respondió Noé Mandujano a la madre de una desaparecida: "Ni que yo trajera una cajita con dinero para dárselos", qué pasó, de cuándo a acá ese dinero destinado para resarcir daños se convirtió en patrimonio de los defenestradores. Habráse visto, ni Jolopo defendió así nuestro peso.
No les importa cambiar chapas de oficinas de colegas incómodos, aplicar la ley del vacío existencial para hacer sentir el rigor del yugo falocrático a quienes se interponen en su camino, corromper a billetazos a funcionarios aún fuera del redil y si no aceptan el cochupo pues entonces los cesan, faltaba más, despedir a quienes estorban porque no se adaptan a su estrategia o porque muestran rasgos de honestidad irreconocible, porque ese antifaz sólo se emplea de cuando en cuando frente a quienes no se cansan de ser engañados.
Los comisionados fraudulentos tienen, a pesar de lo que se piense, un corazón que alberga solidario y sin pago de renta a quienes se cobijan bajo sus alas. Son capaces de correr a la directora de un departamento de la misma CEAV, madre soltera con dos hijos, y ofrecerle ese cargo a algún amigo de marchas forzadas. Uno nunca sabe.
El comisionado fementido sólo es legal con los de su especie, siempre y cuando no se abran como quesadilla, con sus pares que se creen capaces de entender lo que no sufren, pero salen bien posados en las fotos con ese dejo fatal de sufridor de ornato.
FORO QUE TE VI PARTIR Y NO ME VERÁS VOLVER
El comisionado adulterino sabe que no hay peor lucha que la lucha por los demás, este émulo fallido de bien intencionado equilibra su disidencia amoral en proporción directa al número de foros realizados y por hacerse.
El que es comisionado donde quiere es verde y que se oiga su voz a la mitad del foro. Dadle un foro y moverá el mundo. Más vale foro que mal acompañado…
Desde que se inventaron los foros se acabaron los falsos recuerdos y arribaron los modos encubiertos de la compensación por todos tan ansiada. La foritis en la CEAV es lo de hoy, es la chispa relamida, porque es más redituable para un comisionado ávido de reconocimiento aparecer en la fotografía de apertura o cierre del magno evento en lugar de perder el tiempo y ayudar a la víctima como la LGV manda, para qué si de todos modos luego encuentran cómo resolver su pena.
El ingenio mexicano maravilla al buen comisionado.
Ávidos de reflectores, intensificados por la pregunta somnolienta del reportero que cubre la fuente con hervor pétreo, el comisionado con profunda vocación de activista de cuello blanco se deshoja en sí mismo, muere, crece, se reproduce y renace en cada respuesta autocelebratoria.
Desde su actual posición siempre habrá una respuesta para todo, si al fin y al cabo no hay nada nuevo bajo el sol. Si se trata de acomodar lo escrito en una ley a nuestra realidad, pues va mi foro en prenda.
El comisionado no se siente superior a la víctima, ni tampoco su igual, pero pinta su raya en la división de funciones. El familiar está obligado a sufrir las inclemencias de los tiempos, a dormir sobre el suelo, si es posible, mientras espera el pago de sus viáticos que jamás llegará. El comisionado está destinado a observar de lejos, asépticamente, el dolor de los otros desde la barrera.
Si han de dormir en el suelo por qué no pensar que es un “performance” de latidos, debió imaginar algún comisionado ebrio de irrealidad y surgido de alguna delegación o universidad privada en donde tal vez descubrió que fingir ayudar a los demás llegaría a ser un negocio redituable.
El comisionado que finge compartir el dolor ajeno prefiere exorcizarse y mejor organiza un encuentro muy propio, digamos en el hotel Camino Real, con gente que sea capaz de entender a las víctimas, pero sin serlo (nadie dijo simuladores, sólo refractarios), tratar el asunto con pinzas, pero que parezca que se hace algo. Simular para disimular.
Ah sí, decíamos, el comisionado impetuoso organiza un foro en un hostal de postín, al que acudirá gente de buen nivel que llegará en brioso automóvil del año, si para organizar tal foro he de gastar más de seis millones de pesos, bien aplicados, hay que pensar a futuro. El invertir no empobrece, sobre todo si el prestigio aumenta.
Es más, por qué no compartir con otros ahora que estamos en el pináculo y con la rebatinga en ristre y fingimos que hacemos una licitación de dudosa reputación y le pasamos la organización del tal foro a alguien con experiencia como Luis Gonzalez Plascencia, ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos del DF. Hay que acercarse a los que ya estuvieron para que nos digan cómo estar, y permanecer.
Siempre será mejor invertir seis millones de pesos en un foro realizado por profesionales de estos espectáculos a repartir ese dinero en su forma vulgar de viáticos, porque eso no deja currículum y sí desgasta.
Fogosos como suelen ser aquellos que planean las defenestraciones, se vuelven evidentes hasta el enmascaramiento. Obvios de tanto que ambicionan que no les interesa cubrir las apariencias, para qué, si al que disimula Dios lo ayuda. Ávidos de potestad y reflectores memorizan gestos y pestañeos frente al espurio espejo de sí mismos, y no les importa enseñar sus ansias de poder porque el destino los puso ahí, y a ver quién los mueve.
Deslizan el comentario socarrón desde las palestras de las redes sociales en donde lo excesivo no es nada compulsivo y la resiliencia no alcanza a cubrir la importancia de compartir con el mundo el apoyo irrestricto al “Piojo” Herrera y a nuestro maltrecho orgullo nacionalista.
Con lentitud pegajosa, monomaniaca, solemnes en su objetivo común, los encargados fallidos de ver por las víctimas se ven en el arquetipo de sus declaraciones como una nueva raza que no corre peligro de extinción.
El panorama más cautivador para el comisionado espurio no tiene nada que ver con el desolador Sahara de las víctimas, sino con las alegres playas del Copacabana del 0.014% de los egresos de la Federación y lo que caiga por cada licitación mal encubierta para la elaboración de esos foros tan bonitos, exitosos y que sólo sirven de lucimiento a los gobiernos estatales.
Hay comisionados que cruzan el pantano y no se manchan, o los manchan, pero hay unos que se pasan de “manchados”.
Después de todo, quién imaginarlo habría, tienen ante sí el cofre del tesoro a la espera de ser abierto por una mano santa, si es de comisionado adulterado, mejor.
Pobres víctimas, tan cerca de la CEAV y tan lejos de la reparación del daño.
Y en el principio fue Províctima… y devino en la CEAV.
Herederos de la bonita costumbre de la simulación en los tiempos del dengue, a los comisionados espurios de la CEAV no les aflige distanciarse de las víctimas porque para eso se inventó la revictimización. No hay sensibilidad, al menos no por ahora en ese minusválido ente creado para velar por las víctimas.
A las cabezas visibles de ese grupo nefando no les importa si hay ancianas o lesionados entre aquellos que cierran los ojos pero que no duermen sobre los cartones que dispusieron en el piso de la sala de espera de la institución, a la espera de que les entreguen sus viáticos.
El grupo de madres de desaparecidos llegó de Veracruz a la ciudad de México para entrevistarse con funcionarios de la PGR, enseguida acudieron a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) para que les entregaran los viáticos y sufragar los gastos de estancia y desplazamiento de su tierra de origen al DF y viceversa, pero nada, para los burócratas eran poco menos que invisibles.
Estas personas pernoctaron en la sala de espera de la dependencia que, a poco más de un semestre de su creación, se ha destacado por las guerras intestinas que se libran ahí. No estaban hacinados, pero el cuadro era estremecedor porque aparte de cargar con su dolor a cuestas tuvieron que soportar la indiferencia de los activistas de cuello blanco, y la frialdad y dureza del piso.
…Y cuando despertaron los comisionados todavía no estaban ahí.
Las horas transcurrían como discurso de activista empoderado que añora armonizar legislativamente con miembros de la Copecol, hasta que afuera de la CEAV algunos de las personas que durmieron sobre el piso de la CEAV vieron a un flamante comisionado, lo abordaron y consiguieron que los recibiera. Pasaron una hora y media encerrados con el sujeto presuntamente capacitado para tratarlos con humanidad y calidez, pero nada. No hay viáticos, les dijo con enfoque diferencial y especializado.
Y uno se pregunta: si los encargados de velar por las víctimas se comportan de forma tan vil e indiferente, ¿cómo serán en sus casas?, porque en la CEAV ya vimos que son especialistas en el arte de la defenestración e intriga a despoblado, claro, con enfoque puntualmente transformador.
Las madres de desaparecidos empezaron a ver cómo le hacían para retornar a sus hogares. Una salió a la puerta de la CEAV a “botear” con una caja de cartón y un letrerito. Otros empezaron a hacer la “coperacha”.
Y mientras tanto, los comisionados, egresados del gatopardismo más oxidado, seguramente sonreían mientras pensaban que para que todo cambie todo debe seguir igual, o peor, pero eso sí, con progresividad y no regresividad.
ALGUNOS TESTIMONIOS
“Al ver que no hay respuesta no queda de otra que comenzar a pedir para poder regresar con nuestra familia, que ya sufre con la ausencia de un ser querido y ahora casi a mendigar”, comentó una de ellas.
“Eso y Províctima es lo mismo, sólo quitaron a los que se acabaron el presupuesto de Províctima y pusieron a los que les toca gastarse el de la Comisión, pero qué tal nos dan atole con el dedo cuando estamos frente a los funcionarios de alto nivel”, indicó otro.
“Yo vivo en Tamuín, 10 horas para llegar al DF, hablé antier con Noé Mandujano y me dijo: ‘Mire señora, ni que yo trajera una cajita con dinero para dárselos’ (finísima persona que responde con ese tono de proxeneta); cansada de explicarles que a nosotros no nos llamaran a reuniones con un mes de anticipación, y a nosotros nos interesa nuestro caso, búsqueda de nuestros familiares desaparecidos!'”, señaló la madre de una joven desaparecida en Tamaulipas.
“En la Comisión Ejecutiva desde las 6 pm, son las 11:47 pm y todavía no nos resuelven, pasaremos la noche aquí hasta que nos resuelvan y alguien dé la cara”, comentó otra persona. Casi 24 horas después fueron recibidos, para nada, si les dieron la cara fue porque ellos estuvieron ahí.
“Doña Mari Herrera, enferma, a su edad, mal durmiendo pero apoyando a los familiares de desaparecidos, esperando que los comisionados de la CEAV los reciban y resuelvan lo de los viáticos para poder regresar a sus lugares de origen, defendiendo el trabajo de una ley mal empleada por los comisionados”, apuntó alguien más con una certeza inobjetable.
UN COMISIONADO EN CADA HIJO TE DIO
La lucha contra el crimen organizado no sólo dejó una cauda de dolor, sangre y desapariciones, también legó una brecha abierta para aquellos que no sólo buscan no ayudar a los demás, sino que los desconocen y sólo ven por el bien común de su cuadrilla.
En la definición no oficial y más apegada a lo real, un comisionado espurio es aquel que finge malestar por el dolor ajeno, incertidumbre pre-post-sexenal y apetito insaciable por lo teatral, reflectores y lisonjas.
La víctima siempre es presa de su circunstancia; el comisionado, de la inmortalidad, murmura el perpetrador de albazos que no se anda por las ramas cuando de escalar peldaños se trata, añade a su catálogo de ofertas el desgaste de quienes dice representar y/o en su defecto apoyar: las víctimas son la presa idónea para aquellos que medran con el padecimiento de los otros.
Qué sería de los pueblos que gimen si no fuera por los comisionados que siempre surgirán de la espuma de lo mismo como Venus con barba de candado.
Fieles a lo que son y aspiran, con singular alegría continúan con la rebatinga por el poder desportillado en la CEAV, aunque para ello tengan que practicar el agotador deporte del pinochetazo por todos tan temido, o el ninguneo sistemático de las víctimas.
El poder seduce, ni quién lo niegue, para eso muchos de los ahora torcedores de leyes cuentan con casi diez años como activistas profesionales, blasón que los avalan de aquí al fin de las décadas encapsuladas, y si no que pregunten a las marchas durante las cuales gastaron suelas y esperanzas por un cambio personal, jamás generacional (mucho menos nacional), y si no que la Patria se los declame.
Lo peor de ser comisionado y no tener el poder es contemplar con horror el alejamiento de los dineros ajenos que son para otros pero que no estaría nada mal que se quedara en sus propias carteras. Ése jugoso 0.014% de los egresos de la Federación que aprobará anualmente la Cámara de Diputados es un imán capaz de conmover al solidario más pintado, o casi.
O como le respondió Noé Mandujano a la madre de una desaparecida: "Ni que yo trajera una cajita con dinero para dárselos", qué pasó, de cuándo a acá ese dinero destinado para resarcir daños se convirtió en patrimonio de los defenestradores. Habráse visto, ni Jolopo defendió así nuestro peso.
No les importa cambiar chapas de oficinas de colegas incómodos, aplicar la ley del vacío existencial para hacer sentir el rigor del yugo falocrático a quienes se interponen en su camino, corromper a billetazos a funcionarios aún fuera del redil y si no aceptan el cochupo pues entonces los cesan, faltaba más, despedir a quienes estorban porque no se adaptan a su estrategia o porque muestran rasgos de honestidad irreconocible, porque ese antifaz sólo se emplea de cuando en cuando frente a quienes no se cansan de ser engañados.
Los comisionados fraudulentos tienen, a pesar de lo que se piense, un corazón que alberga solidario y sin pago de renta a quienes se cobijan bajo sus alas. Son capaces de correr a la directora de un departamento de la misma CEAV, madre soltera con dos hijos, y ofrecerle ese cargo a algún amigo de marchas forzadas. Uno nunca sabe.
El comisionado fementido sólo es legal con los de su especie, siempre y cuando no se abran como quesadilla, con sus pares que se creen capaces de entender lo que no sufren, pero salen bien posados en las fotos con ese dejo fatal de sufridor de ornato.
FORO QUE TE VI PARTIR Y NO ME VERÁS VOLVER
El comisionado adulterino sabe que no hay peor lucha que la lucha por los demás, este émulo fallido de bien intencionado equilibra su disidencia amoral en proporción directa al número de foros realizados y por hacerse.
El que es comisionado donde quiere es verde y que se oiga su voz a la mitad del foro. Dadle un foro y moverá el mundo. Más vale foro que mal acompañado…
Desde que se inventaron los foros se acabaron los falsos recuerdos y arribaron los modos encubiertos de la compensación por todos tan ansiada. La foritis en la CEAV es lo de hoy, es la chispa relamida, porque es más redituable para un comisionado ávido de reconocimiento aparecer en la fotografía de apertura o cierre del magno evento en lugar de perder el tiempo y ayudar a la víctima como la LGV manda, para qué si de todos modos luego encuentran cómo resolver su pena.
El ingenio mexicano maravilla al buen comisionado.
Ávidos de reflectores, intensificados por la pregunta somnolienta del reportero que cubre la fuente con hervor pétreo, el comisionado con profunda vocación de activista de cuello blanco se deshoja en sí mismo, muere, crece, se reproduce y renace en cada respuesta autocelebratoria.
Desde su actual posición siempre habrá una respuesta para todo, si al fin y al cabo no hay nada nuevo bajo el sol. Si se trata de acomodar lo escrito en una ley a nuestra realidad, pues va mi foro en prenda.
El comisionado no se siente superior a la víctima, ni tampoco su igual, pero pinta su raya en la división de funciones. El familiar está obligado a sufrir las inclemencias de los tiempos, a dormir sobre el suelo, si es posible, mientras espera el pago de sus viáticos que jamás llegará. El comisionado está destinado a observar de lejos, asépticamente, el dolor de los otros desde la barrera.
Si han de dormir en el suelo por qué no pensar que es un “performance” de latidos, debió imaginar algún comisionado ebrio de irrealidad y surgido de alguna delegación o universidad privada en donde tal vez descubrió que fingir ayudar a los demás llegaría a ser un negocio redituable.
El comisionado que finge compartir el dolor ajeno prefiere exorcizarse y mejor organiza un encuentro muy propio, digamos en el hotel Camino Real, con gente que sea capaz de entender a las víctimas, pero sin serlo (nadie dijo simuladores, sólo refractarios), tratar el asunto con pinzas, pero que parezca que se hace algo. Simular para disimular.
Ah sí, decíamos, el comisionado impetuoso organiza un foro en un hostal de postín, al que acudirá gente de buen nivel que llegará en brioso automóvil del año, si para organizar tal foro he de gastar más de seis millones de pesos, bien aplicados, hay que pensar a futuro. El invertir no empobrece, sobre todo si el prestigio aumenta.
Es más, por qué no compartir con otros ahora que estamos en el pináculo y con la rebatinga en ristre y fingimos que hacemos una licitación de dudosa reputación y le pasamos la organización del tal foro a alguien con experiencia como Luis Gonzalez Plascencia, ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos del DF. Hay que acercarse a los que ya estuvieron para que nos digan cómo estar, y permanecer.
Siempre será mejor invertir seis millones de pesos en un foro realizado por profesionales de estos espectáculos a repartir ese dinero en su forma vulgar de viáticos, porque eso no deja currículum y sí desgasta.
Fogosos como suelen ser aquellos que planean las defenestraciones, se vuelven evidentes hasta el enmascaramiento. Obvios de tanto que ambicionan que no les interesa cubrir las apariencias, para qué, si al que disimula Dios lo ayuda. Ávidos de potestad y reflectores memorizan gestos y pestañeos frente al espurio espejo de sí mismos, y no les importa enseñar sus ansias de poder porque el destino los puso ahí, y a ver quién los mueve.
Deslizan el comentario socarrón desde las palestras de las redes sociales en donde lo excesivo no es nada compulsivo y la resiliencia no alcanza a cubrir la importancia de compartir con el mundo el apoyo irrestricto al “Piojo” Herrera y a nuestro maltrecho orgullo nacionalista.
Con lentitud pegajosa, monomaniaca, solemnes en su objetivo común, los encargados fallidos de ver por las víctimas se ven en el arquetipo de sus declaraciones como una nueva raza que no corre peligro de extinción.
El panorama más cautivador para el comisionado espurio no tiene nada que ver con el desolador Sahara de las víctimas, sino con las alegres playas del Copacabana del 0.014% de los egresos de la Federación y lo que caiga por cada licitación mal encubierta para la elaboración de esos foros tan bonitos, exitosos y que sólo sirven de lucimiento a los gobiernos estatales.
Hay comisionados que cruzan el pantano y no se manchan, o los manchan, pero hay unos que se pasan de “manchados”.
Después de todo, quién imaginarlo habría, tienen ante sí el cofre del tesoro a la espera de ser abierto por una mano santa, si es de comisionado adulterado, mejor.
Pobres víctimas, tan cerca de la CEAV y tan lejos de la reparación del daño.