Por @_LaAlameda
La simulación de las autoridades encargadas de velar por la seguridad de los mexicanos no tiene cuerpo ni tiene corazón. Ya se acostumbraron a sus farsas mediáticas. A los premios de consolación inmerecidos que se dan unos a otros, en lugar de que se pongan a trabajar con honestidad y vergüenza.
A nadie le extraña ya la realización de foros o reuniones de trabajo de gabinete en donde los funcionarios hacen como que informan y con pernicioso interés tratan de difundir sus presuntos logros, ávidos de quedar bien hoy para escalar un peldaño mañana.
TODO ESTABA EN SU PUNTO
Un caso así ocurrió el viernes 25 de julio en Tamuín, San Luis Potosí, en donde el expedito edil de la población, Santiago Ledezma Cano, en una muestra más de abyección oficialista agradeció el apoyo del gobierno estatal (ya se le quemaban las habas por granjearse a su góber, aunque fuera con lambisconerías) para el esclarecimiento de los hechos de las niñas que fueron asesinadas en Tamuín y aunque ya tienen al responsable de los hechos, hace un mes no tenían la menor pista de nada y ahora se paran el cuello.
Si hacemos un poco de memoria recordaremos que a principios de este mes y presuntamente tras una investigación realizada por la Procuraduría potosina (unos dicen que fue gracias a la labor de familiares de una de las víctimas y a un golpe de suerte de los ministeriales) capturaron a Filiberto Hernández Martínez, de 43 años de edad, quien aseveró haber dado muerte a unas cinco mujeres de Tamuín.
El alcalde Ledezma rindió pleitesía a su jefe inmediato, Fernando Toranzo Fernández, quien llegó para supervisar las acciones coordinadas en materia de seguridad, precisamente a la reunión de trabajo del Consejo de Seguridad del Municipio de Tamuín, ni más ni menos que para establecer los mecanismos de colaboración de los tres niveles de gobierno. Discursos insufribles, acciones pueriles.
La tertulia fue dispuesta para las nueve de la mañana en la alcaldía de la población, la comitiva, como toda comparsa de relumbrón, estuvo conformada por el secretario general de Gobierno, Cándido Ochoa Rojas; el procurador Miguel Ángel Covarrubias; el secretario de Seguridad Pública, Joel Melgar Arredondo y la diputada local Rosa María Huerta Valdez, entre otras finísimas personalidades.
Además, en dicho evento Toranzo, ya habituado a los rituales de unicel, estaba a punto de atestiguar el sencillo pero sincero reconocimiento a la titular de la Alerta Amber en San Luis Potosí, Cristina Hurtado Barrera, cuando repentinamente un grupo de madres de las niñas fallecidas y de una joven desaparecida arribaron para protestar.
De más está decir que el edil Ledezma casi llora del coraje. Se puso rojo como imperfección de la piel. No sabía ni cómo hacer para sacarlas de ahí. El góber Toranzo, sin tener una idea clara del asunto trató de decir lo primero que se le vino a la cabeza, pero al ver que sus respuestas eran rebatidas con certeza social terminó por enfadarse y mejor se dio la vuelta y se fue para que no siguieran incomodándolo. Para qué lo cuestionan si saben cómo es.
Vayamos por partes.
LA MUJER MARAVILLA
Ahora bien, uno se pregunta: quién es Cristina Hurtado Barrera.
Bueno, la susodicha presuntamente tuvo una actuación grisácea y algo estrambótica cuando estuvo al frente de la Policía Ministerial del Estado, por lo que en abril del año pasado fue destituida de su encargo y substituida por Jesús Juárez Hernández, un policía federal con presunta experiencia, por lo menos más que la relevada.
Y así como llegó así salió, ya que un acto exprés en el cual no se dijo ni cómo ni por qué se reunieron el procurador García Covarrubias, Cristina Hurtado y Jesús Juárez y en menos que canta un gallo inició el fatigoso proceso de entrega-recepción.
Al parecer la señora Hurtado se vio envuelta en un escándalo justo cuando intentaba abordar un aeroplano del gobierno estatal que la trasladaría a la Zona Huasteca, entonces, pero como si algún espíritu chocarrero se hubiera metido se disparó su arma de cargo, hirió a un mecánico y causó destrozos a la cosmonave.
La desafortunada ex titular de la Policía Ministerial potosina es licenciada en Derecho e ingeniera Química, con maestría en Derecho Penal; desempeñó cargos en el gobierno municipal y en la Procuraduría General de la República en Ciudad Valles.
Además, dentro de la Procuraduría General de Justicia del estado, fue titular de la Dirección de Averiguaciones Previas, de Conciliación, y del Programa Alerta Ámber, en donde ya había tenido un desempeño desfavorable.
Pero ya sabemos que los designios del Señor son inescrutables, y justo un mes después Cristina fue reubicada en la Coordinación del Programa Alerta Ámber.
Así las cosas, Herrera sentó sus reales en dicho lugar y poco más de un año después afirmó muy oronda que hasta junio de este año habían atendido exhaustivamente “mil 131 casos de menores atendidos por diversas situaciones, y se han emitido 21 alertas como tal desde el 2 de septiembre del 2011”.
La funcionaria satisfecha con su discurso reconoció que “hay un estatus deficiente al registrar un solo caso pendiente en el municipio de Tamuín (entonces aún no se destapaba la cloaca del asesino serial, y ellos sólo sabían de ¡un desaparecido en Tamuín!), en donde se investiga la desaparición de una menor”.
Muy campante con su labor de escritorio, Herrera expuso que se ha hecho un trabajo relevante y compartió con los lectores que “el pasado 26 y 27 de mayo se dio una reunión nacional del Foro de Alerta Ámber, en donde se expuso el caso de las menores que se recuperaron en el mes de abril, demostrando el impacto nacional que se tiene”. Ella, la autosuficiente, heroína de la eficiacia.
CARAVANA CON SOMBRERO AJENO
La gente sabía que fueron presuntamente los policías ministeriales adscritos a Tamuín los que habían detenido en primera instancia al feminicida, Filiberto Hernández (gracias a que aprehendieron a un hombre acusado de robo quien para evitar ser torturado, confesó a los uniformados la existencia de Filiberto y la zona donde enterraba a sus víctimas), y a pesar también de que Alerta Ámber ya había dado carpetazo a algunos asuntos de las jovencitas desaparecidas, que luego resultaron asesinadas por el psicópata, pero, a pesar de lo evidente, el edil Ledezma estaba obsesionado con darle un reconocimiento a Hurtado Barrera por haber “dado” con el criminal. El mundo al revés.
Se sabe que algunos de los parientes de las entonces desaparecidas estuvieron haciendo labores de investigación directa porque, como se quejaron, los ministeriales no adelantaban ninguna indagatoria desde hacía varios años. Nada nuevo bajo la Ministerial.
Entonces, a pesar de lo que había ocurrido, el munícipe de Tamuín estaba empecinado en galardonar a quien no lo merecía, quería quedar bien con todos, granjearse la amistad de Toranzo, halagar a Cristina y, por qué no, hacerse acreedor a una estatua, en un futuro no muy lejano, que recibiera a los visitantes que llegan a dicha comunidad potosina.
LAS VÍCTIMAS RECHAZAN INVITACIÓN
Sin embargo, no todo mundo se tragó la píldora de este absurdo reconocimiento a alguien que sólo desempeña su trabajo en pro de la sociedad, por ello familiares de una de las niñas ultimadas por Filiberto Hernández aseguró tajantemente que no asistiría al acto en donde le darían un reconocimiento a Hurtado Barrera (aunque sí llegó a protestar acompañada por otras madres).
Daniela Reyes Rodríguez, mamá de Dulce Ximena Reyes Rodríguez externó su malestar en contra de esta premiación.
—¿Piensa que Cristina Hurtado merece ser galardonada por su eficaz labor?
—Es parte de su trabajo y las investigaciones estuvieron muy lentas, no tenemos por qué hacerle ese reconocimiento, no tenemos nada que agradecerles.
Era obvio que no le interesaron las horas hombre que se invirtieron para poner en marcha ese ceremonial, y mucho menos desdeñar al edil Ledezma, que anduvo invitando personalmente a unas cuantas víctimas que consideró le darían lustre al evento.
—¿Cree que Hurtado no hace bien su trabajo?
—Me da coraje, por qué reconocerle si es parte de su trabajo, no
quieran quedar bien ante la sociedad, sí encontraron a mi hija
y se los agradezco, pero pudieron hacerlo en menos tiempo, le dieron mucha chance –a Filiberto, el criminal- y todavía lo dejaron que agarrara a otra mujer.
Daniela y su madre, Adela Rodríguez, evocaron que cuando Dulce se perdió acudieron a ver al munícipe Ledezma Cano para exigirle que se realizara un cateo en la base del Ejército pero su petición no fue escuchada. Las ignoraron, como a muchas otras familias de desaparecidos.
—¿Hubo algún intento serio de apoyarles?
—Al contrario, nos tacharon de locas cuando sospechábamos de
alguien, cuestionaron y juzgaron a mi hija, que porque la niña era
maltratada, que si cómo vivíamos, porque fuimos a pedir ayuda.
Mujer de decisiones firmes confirmó que no se presentaría en calidad de bulto a la ceremonia de premiación a Hurtado.
—¿Entonces no acompañará a la funcionaria?
—No iré, no tengo nada qué reconocerles, es su trabajo, los que merecen un reconocimiento son los cuñados de la última mujer desaparecida, Eliehoenai Chávez, porque ellos fueron quienes traían toda la información y se la proporcionaron a los de Alerta Ámber cuando estuvieron aquí con nosotros.
¡Ajá!, ahora vemos que la labor de la Procuraduría estatal recibió una ayuda externa por parte de familiares de las víctimas quienes sí se pusieron a investigar y a hacer la chamba que les corresponde a las autoridades, de forma noble compartieron dicha información con Cristina Hurtado, (quien seguramente ya mandó enmarcar el reconocimiento que le otorgaron por su infatigable labor), pero su desempeño indagatorio nadie lo reconoce, sólo otra víctima.
Por si algo más faltara Daniela recordó que cuando se realizó el sepelio de su pequeña hija se presentó muy cariacontecido el edil Ledezma, quien en un momento de descuido la invitó sibilinamente a la ceremonia de premiación a Cristina Hurtado.
La mujer, la madre doliente, volteó, se lo quedó mirando fijamente y por respeto al cuerpecito que estaban velando le respondió que sí, para que dejara de molestar con esa atrocidad.
La mamá de Dulce tiene un sentimiento de ira justificada en contra de esas autoridades insensibles que sólo buscan llevar agua a su molino y que jamás la buscaron mientras la niña estuvo desaparecida. Nunca le patentizaron su apoyo, ni siquiera le manifestaron que agilizarían sus investigaciones y mucho menos la canalizaron con alguien que pudiera ayudarla a soportar ese dolor. Cristina jamás se paró por su casa.
Daniela estaba segura que nadie de las víctimas acudiría como parte del coro a esa opereta mal hecha, a la entrega del diploma de honor a la multicitada Cristina Herrera, (aunque más adelante veremos que sí llegó, pero a protestar).
MADRES INCREPAN A FUNCIONARIOS
Ni el góber Toranzo ni el edil Ledezma esperaban que un grupo de madres llegaría al lugar a refutar, y que les echarían a perder la elevación a heroína de Cristina Barrera.
Ledezma no cabía en sí mismo, estaba punto de pegar un hitazo. Ya había ordenado que todo fuera protegido, nadie entraba ni salía sin su autorización. Llegaron los comunicadores, las cámaras, los “celulares”. Luego inició la sesión solemne, los funcionarios se miraban entre sí y sonreían porque todo iba como miel sobre hojuelas.
Y justo cuando Ledezma estaba a punto de entregarle el galardón inmerecido a la mujer maravilla, se escucharon gritos, pasos apresurados, silencios y alaridos. Ledezma palideció.
Los uniformados que estaban a cargo de que no entrara ni una mosca se sacaron de onda, y con nerviosismo inocultable quisieron frenar el paso de Sandra Campuzano Nava (progenitora de la menor fallecida Adriana Martínez Campuzano), y Daniela Reyes Rodríguez (mamá de Dulce Ximena Reyes Rodríguez), seguidas por Graciela Pérez Rodríguez, (madre de Milinaly Piña Pérez, desaparecida en 2012 junto con el hermano de Graciela y sus tres sobrinos).
Las féminas estaban iracundas. Preguntaban a gritos por qué era el festejo si sus pequeñas habían fallecido y aseguraban que la entrega de ese galardón era una chanza más, que no había nada que celebrar, nada ni a nadie. Los uniformados vestidos de civil no podían contenerlas y entonces llegó Joel Melgar a tratar de apaciguarlas.
Poco después se presentó el edil Ledezma quien llamó dulcemente a Sandra y Daniela a su privado para tratar de decirles que eso no se hacía porque ahí estaba Toranzo y que era de muy mala educación; la madre de Milinaly Piña no quiso ingresar a escuchar al munícipe y advirtió que si ingresaba a la oficina oval de Tamuín sólo lo haría si los comunicadores entraban. Ledezma respondió que no y dio un portazo.
Total que hasta Toranzo entró al quite, a puerta atrancada trató de serenar a las madres encolerizadas y al mejor estilo de la Chimoltrufia como les decía una cosa les decía otra, pero nunca llegó a convencer con sus argumentos fútiles a quienes lo increpaban desde el dolor y la angustia.
Toranzo dispuso que se hiciera una rueda de prensa para mostrar apertura, pero entonces fue interrumpido por la madre de Milinaly quien cuestionó el trabajo de la coordinadora de Alerta Ámber, ya que la mujer no sabía del caso de Milinaly, sus primos y tío, quienes fueron víctimas de desaparición forzada en Ciudad Mante, Tamaulipas, pero Toranzo, al parecer consternado por lo que ocurría y ante una ráfaga de cuestionamientos, respondió torpemente que eso había pasado en otra entidad y que no se valía que quisieran meterlos a ellos (al gobierno potosino) en algo que no les correspondía y le echó la “bolita” a Tamaulipas, a pesar de que como dice su homólogo Moreira “en cuestión de desapariciones no hay barreras geográficas” (le encargamos le pase unos tips). Valiente “goberneitor”.
LAS RAZONES DE GRACIELA
Graciela Pérez está indignada.
—¿Es merecido el galardón que recibió Cristina Barrera?
—Estoy decepcionada de las labores de la Secretaría de Seguridad Pública de San Luis Potosí, de que esa dependencia se preste a “glorificar” a Cristina Barrera que jamás hizo algo por las niñas de Tamuín.
—¿El trabajo realizado por la funcionaria es cuestionable?
—Ni siquiera tenían ficha de alerta de una de las niñas fallecidas y en el caso de Milinaly tampoco fue emitida. Ella me dijo que sólo tenía unos meses en el cargo y que desconocía su caso, (seguro ya había sido instruida por Toranzo para que las autoridades tamaulipecas se encargarán del caso de sus paisanos).
No podía creer que a las madres de las niñas ultimadas les obstaculizaran el paso a ese evento farandulesco al que sólo buscaban llevarlas en calidad de comparsas, pero en donde ellas querían externar su malestar ante lo aberrante de la situación, ante la faramalla edilicia y sus dislates.
Hace dos días fueron a visitar a los padres de Graciela para que le dijeran que podía acudir al acto absurdo en el cual sólo los funcionarios tuvieron cabida para echarse porras unos a otros y en donde se darían un espaldarazo ruin y sicalíptico.
Y DÓNDE ESTÁ CRISTINA
Los asistentes sólo movían la cabeza de un lado a otro, mientras Toranzo, Ledezma y su séquito pasaban momentos verdaderamente bochornosos. Lástima de teatrito.
Y finalmente, cuando Toranzo vio que ya no tenía dónde ocultar la cabeza se hizo el encrespado, evitó responder más sandeces a los comunicadores que le preguntaban acerca del asunto y siguió con su discurso oficialoide, mencionó que investigan arduamente y que hasta han aclarado casos ultra complicadísimos y finalmente, para cerrar con broche de oro, el gobernador potosino puso cara de mártir de tanatorio y espetó que cuando un pequeño se pierde, en dónde se hallan los paterfamilias, qué hacen que no los cuidan, como diciendo que las infortunadas autoridades tienen que resolver los descuidos paternales. Pobrecillo Toranzo, todo lo que debe sufrir tolerándose a sí mismo. Con un góber así mejor que los potosinos se gobiernen solos.
Y mientras todo eso ocurría, ya ni quién se acordara de Cristina Barrera Hurtado, ella, inamovible como debe de ser, desde una esquina veía de vez en vez el reconocimiento que le había entregado el edil Ledezma por la extraordinaria investigación que jamás realizó para dar con el feminicida de Tamuín, pero que le fue adjudicado como si de un melatico se tratara.
De cualquier forma lo colgará en su oficina, justo detrás de su escritorio, enmarcadito se verá más bonito.
De pronto sonrió, tal vez vino a su memoria aquel momento inolvidable cuando se accionó su arma de cargo, lesionó al mecánico y le causó desperfectos al hidroavión estatal.
Es verdad, la gente de Tamuín jura que la vio sonreír.
La simulación de las autoridades encargadas de velar por la seguridad de los mexicanos no tiene cuerpo ni tiene corazón. Ya se acostumbraron a sus farsas mediáticas. A los premios de consolación inmerecidos que se dan unos a otros, en lugar de que se pongan a trabajar con honestidad y vergüenza.
A nadie le extraña ya la realización de foros o reuniones de trabajo de gabinete en donde los funcionarios hacen como que informan y con pernicioso interés tratan de difundir sus presuntos logros, ávidos de quedar bien hoy para escalar un peldaño mañana.
TODO ESTABA EN SU PUNTO
Un caso así ocurrió el viernes 25 de julio en Tamuín, San Luis Potosí, en donde el expedito edil de la población, Santiago Ledezma Cano, en una muestra más de abyección oficialista agradeció el apoyo del gobierno estatal (ya se le quemaban las habas por granjearse a su góber, aunque fuera con lambisconerías) para el esclarecimiento de los hechos de las niñas que fueron asesinadas en Tamuín y aunque ya tienen al responsable de los hechos, hace un mes no tenían la menor pista de nada y ahora se paran el cuello.
Si hacemos un poco de memoria recordaremos que a principios de este mes y presuntamente tras una investigación realizada por la Procuraduría potosina (unos dicen que fue gracias a la labor de familiares de una de las víctimas y a un golpe de suerte de los ministeriales) capturaron a Filiberto Hernández Martínez, de 43 años de edad, quien aseveró haber dado muerte a unas cinco mujeres de Tamuín.
El alcalde Ledezma rindió pleitesía a su jefe inmediato, Fernando Toranzo Fernández, quien llegó para supervisar las acciones coordinadas en materia de seguridad, precisamente a la reunión de trabajo del Consejo de Seguridad del Municipio de Tamuín, ni más ni menos que para establecer los mecanismos de colaboración de los tres niveles de gobierno. Discursos insufribles, acciones pueriles.
La tertulia fue dispuesta para las nueve de la mañana en la alcaldía de la población, la comitiva, como toda comparsa de relumbrón, estuvo conformada por el secretario general de Gobierno, Cándido Ochoa Rojas; el procurador Miguel Ángel Covarrubias; el secretario de Seguridad Pública, Joel Melgar Arredondo y la diputada local Rosa María Huerta Valdez, entre otras finísimas personalidades.
Además, en dicho evento Toranzo, ya habituado a los rituales de unicel, estaba a punto de atestiguar el sencillo pero sincero reconocimiento a la titular de la Alerta Amber en San Luis Potosí, Cristina Hurtado Barrera, cuando repentinamente un grupo de madres de las niñas fallecidas y de una joven desaparecida arribaron para protestar.
De más está decir que el edil Ledezma casi llora del coraje. Se puso rojo como imperfección de la piel. No sabía ni cómo hacer para sacarlas de ahí. El góber Toranzo, sin tener una idea clara del asunto trató de decir lo primero que se le vino a la cabeza, pero al ver que sus respuestas eran rebatidas con certeza social terminó por enfadarse y mejor se dio la vuelta y se fue para que no siguieran incomodándolo. Para qué lo cuestionan si saben cómo es.
Vayamos por partes.
LA MUJER MARAVILLA
Ahora bien, uno se pregunta: quién es Cristina Hurtado Barrera.
Bueno, la susodicha presuntamente tuvo una actuación grisácea y algo estrambótica cuando estuvo al frente de la Policía Ministerial del Estado, por lo que en abril del año pasado fue destituida de su encargo y substituida por Jesús Juárez Hernández, un policía federal con presunta experiencia, por lo menos más que la relevada.
Y así como llegó así salió, ya que un acto exprés en el cual no se dijo ni cómo ni por qué se reunieron el procurador García Covarrubias, Cristina Hurtado y Jesús Juárez y en menos que canta un gallo inició el fatigoso proceso de entrega-recepción.
Al parecer la señora Hurtado se vio envuelta en un escándalo justo cuando intentaba abordar un aeroplano del gobierno estatal que la trasladaría a la Zona Huasteca, entonces, pero como si algún espíritu chocarrero se hubiera metido se disparó su arma de cargo, hirió a un mecánico y causó destrozos a la cosmonave.
La desafortunada ex titular de la Policía Ministerial potosina es licenciada en Derecho e ingeniera Química, con maestría en Derecho Penal; desempeñó cargos en el gobierno municipal y en la Procuraduría General de la República en Ciudad Valles.
Además, dentro de la Procuraduría General de Justicia del estado, fue titular de la Dirección de Averiguaciones Previas, de Conciliación, y del Programa Alerta Ámber, en donde ya había tenido un desempeño desfavorable.
Pero ya sabemos que los designios del Señor son inescrutables, y justo un mes después Cristina fue reubicada en la Coordinación del Programa Alerta Ámber.
Así las cosas, Herrera sentó sus reales en dicho lugar y poco más de un año después afirmó muy oronda que hasta junio de este año habían atendido exhaustivamente “mil 131 casos de menores atendidos por diversas situaciones, y se han emitido 21 alertas como tal desde el 2 de septiembre del 2011”.
La funcionaria satisfecha con su discurso reconoció que “hay un estatus deficiente al registrar un solo caso pendiente en el municipio de Tamuín (entonces aún no se destapaba la cloaca del asesino serial, y ellos sólo sabían de ¡un desaparecido en Tamuín!), en donde se investiga la desaparición de una menor”.
Muy campante con su labor de escritorio, Herrera expuso que se ha hecho un trabajo relevante y compartió con los lectores que “el pasado 26 y 27 de mayo se dio una reunión nacional del Foro de Alerta Ámber, en donde se expuso el caso de las menores que se recuperaron en el mes de abril, demostrando el impacto nacional que se tiene”. Ella, la autosuficiente, heroína de la eficiacia.
CARAVANA CON SOMBRERO AJENO
La gente sabía que fueron presuntamente los policías ministeriales adscritos a Tamuín los que habían detenido en primera instancia al feminicida, Filiberto Hernández (gracias a que aprehendieron a un hombre acusado de robo quien para evitar ser torturado, confesó a los uniformados la existencia de Filiberto y la zona donde enterraba a sus víctimas), y a pesar también de que Alerta Ámber ya había dado carpetazo a algunos asuntos de las jovencitas desaparecidas, que luego resultaron asesinadas por el psicópata, pero, a pesar de lo evidente, el edil Ledezma estaba obsesionado con darle un reconocimiento a Hurtado Barrera por haber “dado” con el criminal. El mundo al revés.
Se sabe que algunos de los parientes de las entonces desaparecidas estuvieron haciendo labores de investigación directa porque, como se quejaron, los ministeriales no adelantaban ninguna indagatoria desde hacía varios años. Nada nuevo bajo la Ministerial.
Entonces, a pesar de lo que había ocurrido, el munícipe de Tamuín estaba empecinado en galardonar a quien no lo merecía, quería quedar bien con todos, granjearse la amistad de Toranzo, halagar a Cristina y, por qué no, hacerse acreedor a una estatua, en un futuro no muy lejano, que recibiera a los visitantes que llegan a dicha comunidad potosina.
LAS VÍCTIMAS RECHAZAN INVITACIÓN
Sin embargo, no todo mundo se tragó la píldora de este absurdo reconocimiento a alguien que sólo desempeña su trabajo en pro de la sociedad, por ello familiares de una de las niñas ultimadas por Filiberto Hernández aseguró tajantemente que no asistiría al acto en donde le darían un reconocimiento a Hurtado Barrera (aunque sí llegó a protestar acompañada por otras madres).
Daniela Reyes Rodríguez, mamá de Dulce Ximena Reyes Rodríguez externó su malestar en contra de esta premiación.
—¿Piensa que Cristina Hurtado merece ser galardonada por su eficaz labor?
—Es parte de su trabajo y las investigaciones estuvieron muy lentas, no tenemos por qué hacerle ese reconocimiento, no tenemos nada que agradecerles.
Era obvio que no le interesaron las horas hombre que se invirtieron para poner en marcha ese ceremonial, y mucho menos desdeñar al edil Ledezma, que anduvo invitando personalmente a unas cuantas víctimas que consideró le darían lustre al evento.
—¿Cree que Hurtado no hace bien su trabajo?
—Me da coraje, por qué reconocerle si es parte de su trabajo, no
quieran quedar bien ante la sociedad, sí encontraron a mi hija
y se los agradezco, pero pudieron hacerlo en menos tiempo, le dieron mucha chance –a Filiberto, el criminal- y todavía lo dejaron que agarrara a otra mujer.
Daniela y su madre, Adela Rodríguez, evocaron que cuando Dulce se perdió acudieron a ver al munícipe Ledezma Cano para exigirle que se realizara un cateo en la base del Ejército pero su petición no fue escuchada. Las ignoraron, como a muchas otras familias de desaparecidos.
—¿Hubo algún intento serio de apoyarles?
—Al contrario, nos tacharon de locas cuando sospechábamos de
alguien, cuestionaron y juzgaron a mi hija, que porque la niña era
maltratada, que si cómo vivíamos, porque fuimos a pedir ayuda.
Mujer de decisiones firmes confirmó que no se presentaría en calidad de bulto a la ceremonia de premiación a Hurtado.
—¿Entonces no acompañará a la funcionaria?
—No iré, no tengo nada qué reconocerles, es su trabajo, los que merecen un reconocimiento son los cuñados de la última mujer desaparecida, Eliehoenai Chávez, porque ellos fueron quienes traían toda la información y se la proporcionaron a los de Alerta Ámber cuando estuvieron aquí con nosotros.
¡Ajá!, ahora vemos que la labor de la Procuraduría estatal recibió una ayuda externa por parte de familiares de las víctimas quienes sí se pusieron a investigar y a hacer la chamba que les corresponde a las autoridades, de forma noble compartieron dicha información con Cristina Hurtado, (quien seguramente ya mandó enmarcar el reconocimiento que le otorgaron por su infatigable labor), pero su desempeño indagatorio nadie lo reconoce, sólo otra víctima.
Por si algo más faltara Daniela recordó que cuando se realizó el sepelio de su pequeña hija se presentó muy cariacontecido el edil Ledezma, quien en un momento de descuido la invitó sibilinamente a la ceremonia de premiación a Cristina Hurtado.
La mujer, la madre doliente, volteó, se lo quedó mirando fijamente y por respeto al cuerpecito que estaban velando le respondió que sí, para que dejara de molestar con esa atrocidad.
La mamá de Dulce tiene un sentimiento de ira justificada en contra de esas autoridades insensibles que sólo buscan llevar agua a su molino y que jamás la buscaron mientras la niña estuvo desaparecida. Nunca le patentizaron su apoyo, ni siquiera le manifestaron que agilizarían sus investigaciones y mucho menos la canalizaron con alguien que pudiera ayudarla a soportar ese dolor. Cristina jamás se paró por su casa.
Daniela estaba segura que nadie de las víctimas acudiría como parte del coro a esa opereta mal hecha, a la entrega del diploma de honor a la multicitada Cristina Herrera, (aunque más adelante veremos que sí llegó, pero a protestar).
MADRES INCREPAN A FUNCIONARIOS
Ni el góber Toranzo ni el edil Ledezma esperaban que un grupo de madres llegaría al lugar a refutar, y que les echarían a perder la elevación a heroína de Cristina Barrera.
Ledezma no cabía en sí mismo, estaba punto de pegar un hitazo. Ya había ordenado que todo fuera protegido, nadie entraba ni salía sin su autorización. Llegaron los comunicadores, las cámaras, los “celulares”. Luego inició la sesión solemne, los funcionarios se miraban entre sí y sonreían porque todo iba como miel sobre hojuelas.
Y justo cuando Ledezma estaba a punto de entregarle el galardón inmerecido a la mujer maravilla, se escucharon gritos, pasos apresurados, silencios y alaridos. Ledezma palideció.
Los uniformados que estaban a cargo de que no entrara ni una mosca se sacaron de onda, y con nerviosismo inocultable quisieron frenar el paso de Sandra Campuzano Nava (progenitora de la menor fallecida Adriana Martínez Campuzano), y Daniela Reyes Rodríguez (mamá de Dulce Ximena Reyes Rodríguez), seguidas por Graciela Pérez Rodríguez, (madre de Milinaly Piña Pérez, desaparecida en 2012 junto con el hermano de Graciela y sus tres sobrinos).
Las féminas estaban iracundas. Preguntaban a gritos por qué era el festejo si sus pequeñas habían fallecido y aseguraban que la entrega de ese galardón era una chanza más, que no había nada que celebrar, nada ni a nadie. Los uniformados vestidos de civil no podían contenerlas y entonces llegó Joel Melgar a tratar de apaciguarlas.
Poco después se presentó el edil Ledezma quien llamó dulcemente a Sandra y Daniela a su privado para tratar de decirles que eso no se hacía porque ahí estaba Toranzo y que era de muy mala educación; la madre de Milinaly Piña no quiso ingresar a escuchar al munícipe y advirtió que si ingresaba a la oficina oval de Tamuín sólo lo haría si los comunicadores entraban. Ledezma respondió que no y dio un portazo.
Total que hasta Toranzo entró al quite, a puerta atrancada trató de serenar a las madres encolerizadas y al mejor estilo de la Chimoltrufia como les decía una cosa les decía otra, pero nunca llegó a convencer con sus argumentos fútiles a quienes lo increpaban desde el dolor y la angustia.
Toranzo dispuso que se hiciera una rueda de prensa para mostrar apertura, pero entonces fue interrumpido por la madre de Milinaly quien cuestionó el trabajo de la coordinadora de Alerta Ámber, ya que la mujer no sabía del caso de Milinaly, sus primos y tío, quienes fueron víctimas de desaparición forzada en Ciudad Mante, Tamaulipas, pero Toranzo, al parecer consternado por lo que ocurría y ante una ráfaga de cuestionamientos, respondió torpemente que eso había pasado en otra entidad y que no se valía que quisieran meterlos a ellos (al gobierno potosino) en algo que no les correspondía y le echó la “bolita” a Tamaulipas, a pesar de que como dice su homólogo Moreira “en cuestión de desapariciones no hay barreras geográficas” (le encargamos le pase unos tips). Valiente “goberneitor”.
LAS RAZONES DE GRACIELA
Graciela Pérez está indignada.
—¿Es merecido el galardón que recibió Cristina Barrera?
—Estoy decepcionada de las labores de la Secretaría de Seguridad Pública de San Luis Potosí, de que esa dependencia se preste a “glorificar” a Cristina Barrera que jamás hizo algo por las niñas de Tamuín.
—¿El trabajo realizado por la funcionaria es cuestionable?
—Ni siquiera tenían ficha de alerta de una de las niñas fallecidas y en el caso de Milinaly tampoco fue emitida. Ella me dijo que sólo tenía unos meses en el cargo y que desconocía su caso, (seguro ya había sido instruida por Toranzo para que las autoridades tamaulipecas se encargarán del caso de sus paisanos).
No podía creer que a las madres de las niñas ultimadas les obstaculizaran el paso a ese evento farandulesco al que sólo buscaban llevarlas en calidad de comparsas, pero en donde ellas querían externar su malestar ante lo aberrante de la situación, ante la faramalla edilicia y sus dislates.
Hace dos días fueron a visitar a los padres de Graciela para que le dijeran que podía acudir al acto absurdo en el cual sólo los funcionarios tuvieron cabida para echarse porras unos a otros y en donde se darían un espaldarazo ruin y sicalíptico.
Y DÓNDE ESTÁ CRISTINA
Los asistentes sólo movían la cabeza de un lado a otro, mientras Toranzo, Ledezma y su séquito pasaban momentos verdaderamente bochornosos. Lástima de teatrito.
Y finalmente, cuando Toranzo vio que ya no tenía dónde ocultar la cabeza se hizo el encrespado, evitó responder más sandeces a los comunicadores que le preguntaban acerca del asunto y siguió con su discurso oficialoide, mencionó que investigan arduamente y que hasta han aclarado casos ultra complicadísimos y finalmente, para cerrar con broche de oro, el gobernador potosino puso cara de mártir de tanatorio y espetó que cuando un pequeño se pierde, en dónde se hallan los paterfamilias, qué hacen que no los cuidan, como diciendo que las infortunadas autoridades tienen que resolver los descuidos paternales. Pobrecillo Toranzo, todo lo que debe sufrir tolerándose a sí mismo. Con un góber así mejor que los potosinos se gobiernen solos.
Y mientras todo eso ocurría, ya ni quién se acordara de Cristina Barrera Hurtado, ella, inamovible como debe de ser, desde una esquina veía de vez en vez el reconocimiento que le había entregado el edil Ledezma por la extraordinaria investigación que jamás realizó para dar con el feminicida de Tamuín, pero que le fue adjudicado como si de un melatico se tratara.
De cualquier forma lo colgará en su oficina, justo detrás de su escritorio, enmarcadito se verá más bonito.
De pronto sonrió, tal vez vino a su memoria aquel momento inolvidable cuando se accionó su arma de cargo, lesionó al mecánico y le causó desperfectos al hidroavión estatal.
Es verdad, la gente de Tamuín jura que la vio sonreír.